Las ideas no abundan, pues la banalidad se ha vuelto el placer diario de mi vida. Dedicar tiempo ha ser ésto de una costumbre la verdad cuesta, y más cuando no tienes motivos suficientes para hacerlo tampoco.
Cosas nuevas no aparecen a diario, ya no queda más que la rutina e intentar sobrevivir al mar de cosas que me abruman y que me hacen luchar contra el tiempo. Las palabras de consuelo no me son suficientes, pues ya no me generan siquiera un bienestar interno, sino que me producen un malestar, tirado al asco. Y no tiene nada que ver de la persona que venga, por el contrario, mi mente
Se acaba de a poco el tiempo y me encuentro aquí, en el mismo lugar, aunque mis procesos sociales avancen de un modo abismante y a la velocidad de la luz.
Y bueno, como siempre, vuelvo arrepentida a escupir pensamientos por estos lugares.